🌊 Construyendo Resiliencia Emocional: Superando el impacto emocional de la DANA en Valencia 🌊
La reciente DANA en Valencia nos recuerda la inmensa vulnerabilidad emocional que enfrentan las comunidades ante catástrofes como esta. No se trata solo de reconstruir lo material, (ahí hay comentarios de todos tipos) sino de sanar las heridas invisibles que las tormentas dejan en la mente y el corazón de quienes lo han perdido todo.
👉 Salud Emocional en Situaciones Extremas: En momentos críticos, las emociones intensas –miedo, angustia y desolación– son una respuesta humana y natural. El primer paso hacia la recuperación emocional es normalizar estas emociones y aceptar la realidad sin sentir culpa ni vergüenza. En especial, los colectivos vulnerables, como niños y mayores, pueden necesitar apoyo adicional para canalizar sus sentimientos y construir su resiliencia.
Estadios del Impacto Emocional tras una Catástrofe
Después de una catástrofe, el impacto emocional pasa por varias fases.
- La primera es el shock, una etapa inicial de gran angustia e incredulidad en la que muchas personas sienten que están viviendo una pesadilla. La mayoría logra seguir instrucciones y adaptarse temporalmente, mientras que un pequeño grupo mantiene la orientación y actúa de forma efectiva, y otro, en cambio, se bloquea completamente.
- Duelo: Cuando el shock comienza a disminuir, las personas toman conciencia de la magnitud de lo ocurrido, iniciando la fase de duelo. Este es un proceso en el que se asimilan las pérdidas: vidas, proyectos y bienes materiales. En esta fase, la población se enfrenta a lo perdido y empieza a replantearse la vida.
Un porcentaje considerable puede desarrollar estrés postraumático, que pasa por dos etapas:
- En las primeras semanas, es común experimentar pesadillas, recuerdos dolorosos, irritabilidad y evasión. Estos síntomas suelen afectar al 90% de la población afectada.
- Sin embargo, pasados tres a seis meses, un 5-10% puede desarrollar síntomas persistentes, especialmente en áreas de destrucción máxima, donde el impacto emocional es más fuerte.
Los grupos más afectados son quienes han presenciado la muerte, sienten una culpa intensa o han vivido traumas anteriores, en los que el riesgo de desarrollar estrés postraumático puede llegar al 70-80%. Es importante recordar que la culpa es a menudo una percepción subjetiva; las personas tienden a juzgarse con dureza por lo que no pudieron hacer en una situación que estaba fuera de su control.
El peligro; que la experiencia no se integre, y quedemos disociados, es decir traumatizados.
El primer paso de su intervención clínica es “acompañar y validar”. “Tenemos que preguntar a la personas qué necesita: puede ser agua, una medicina, lo que sea. Luego, validamos y normalizamos cualquier emoción que sienta, desde la rabia al shock”, continúa. Así consigue que, “cuanto más habla y más integra la situación, el trauma será menor. El acompañamiento es primordial”, subraya.
Los que tienen mejores redes de apoyo, podrán manejar mejor el trauma. Para manejar el shock, la persona se disocia. Queda como fuera de sí, separándose de la experiencia. Y lo que hay que hacer es intentar que la persona salga de él para que pueda “integrar poco a poco esa disociación que crea el cerebro, apagándose en medio de la intensidad emocional que no es capaz de integrar la vivencia. Porque si no la integra, es cuando puede haber un trauma después y la integración será más larga. Y es cuando cualquier cosa que pase por suave que sea, quizá una lluvia suave puede convertirse en un disparador de las emociones que sintió la gente de los municipios afectados el pasado martes.
🛠️ Estrategias para la Resiliencia:
- Crear espacios de apoyo comunitario: La reconstrucción emocional es colectiva. Reunirse, compartir experiencias y recordar que nadie está solo en su dolor refuerza el sentido de pertenencia y crea una red de apoyo indispensable, autocompasión y la paciencia: La resiliencia no se construye de la noche a la mañana. Darse tiempo y permitirse sanar es clave para evitar el estrés postraumático.
- La intervención temprana en salud mental: Con herramientas para procesar traumas y ansiedad, es crucial para una recuperación más sólida. Existen dos enfoques complementarios para abordar la salud mental: el clínico y el comunitario. Para reducir eficazmente el impacto en la salud mental de la población, es fundamental adoptar una acción proactiva que integre a ambos. No basta con “contratar a diez psiquiatras” y esperar a que quienes necesitan ayuda se acerquen, sino que es necesario crear equipos comunitarios que visiten a las familias, identifiquen sus necesidades y detecten a quienes enfrentan dificultades para salir adelante. Además, es esencial activar sistemas de detección temprana mediante la capacitación de médicos, enfermeros de familia, trabajadores sociales.
La lógica detrás de este enfoque es clara: el modelo clínico suele ser limitado y tiende a fracasar, pues quienes están en peor situación a menudo no buscan ayuda y permanecen aislados en su dolor. Curiosamente, el simple acto de pedir ayuda ya es un signo de salud mental en sí mismo.
Conclusión
💡 En vez de quedarnos en el shock, la queja y la desolación, vamos unidos hacia adelante: enfoquémonos en soluciones reales, resilientes y basadas en la empatía. Como sociedad, tenemos la capacidad de reconstruirnos desde dentro hacia afuera, reforzando nuestra salud mental y nuestro sentido de comunidad.
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